Junto al embarcadero en donde amarraban los navíos que llegaban de las colonias cargados de mercancías, de tesoros, de sueños cumplidos, de ambiciones. El mismo embarcadero desde donde hoy salen embarcaciones llenas de turistas para navegar sobre el Tajo y ver Lisboa desde este río que muy pronto se convierte en mar.
En el mismo terreno donde estaba el antiguo Terreiro do Paço Real. Un gran espacio abierto, una gran plaza, un amplio punto de encuentro. Fachadas iguales y porticadas por tres de sus lados, con multitud de ventanas abiertas al mar.
Proyectada en 1758, seguramente es una de las plazas lisboetas más bellas. De forma rectangular y con grandes dimensiones. Plaza que se comunica con la ciudad a través de un gran arco de triunfo diseñado este por el arquitecto Santos de Carvalho para celebrar la reconstrucción de la ciudad después del gran terremoto de 1755.
Arco que se alía con la calle principal de Lisboa, cuyo nombre es Rua Augusta. Arco lleno de alegorías. Virada hacia el sur, la Gloria corona el Genio y el Valor. Están representados los ríos Duero y Tajo. Nuno Álvares Pereira, fundador del Convento do Carmo. Viriato, héroe de grandes proezas. Vasco de Gama, el descubridor del camino marítimo para India. El ministro Pombal, quien reconstruyó la ciudad después del devastador terremoto del año 1755.
En medio de la plaza, una estatua ecuestre del rey D. José I, obra de Joaquim Machado de Castro, la primera fundida en bronce en Portugal. El 22 de mayo de 1775 comenzó su traslado desde el Arsenal del ejército a su nuevo emplazamiento. Durante tres días, participaron más de mil personas que se turnaron para empujar el carro en el que se había puesto la estatua para su transporte. Cuenta la tradición que entre ellas se encontraban personas de elevada condición que quisieron participar en este traslado. El 27 de mayo fue instalada en su pedestal. El 6 de junio, cumpleaños del rey, se inauguró de forma oficial con una gran celebración.
En el convento de la Nossa Senhora de Jesús un grupo de franciscanos leyeron varios escritos para el caso en prosa y en verso. Se recopiló en un infolio bellamente impreso por la Regia Oficina Tipográfica, Academia tiene por título. En el hay bellos pasajes como el epigrama, inspirado en la estatua ecuestre, del autor Fr. Alexandre Gouvea:
“ No imágenes cantéis de las deidades,
Oh vates, ó a las Troyas arrasadas:
José no las arrasa, alza ciudades,
Y las hace celebradas;
Si los Divos domaran las maldades,
José a todas las deja desbeladas:
¿De este brazo el poder te hace pasmarte?.
Sólo su efigie aterroriza a Marte”.
Este mismo autor escribió elogios para el escultor Machado de Castro:
“Una mano feliz ha imitado en el bronce al glorioso Monarca.
¡Qué asombro!. De Natura ha sido par el arte”.
También hubo elogios para Lisboa, del epigrama griego de Fr. Vicente Ferreira:
“ En oro, en armas es esta Ciudad
Grande. Marcios varones la elogiaron.
Danle fama edificios ricos, torres.
El riquísimo Océano, el ancho río.
Tiene gran copia de famosas naves
Que le guarda un ilustre, fuerte puerto.
Es mucho, más el bronceo monumento
De tu gran rey te dobla el ornamento”.
Pasear bajo los arcos porticados, junto a la estatua ecuestre del rey D. José I en medio de la plaza, cerca del embarcadero y de la brisa casi marina del Tajo, recordando estos y otros acontecimientos de la historia de Portugal. A veces tan cercana, otras más lejana. Pero siempre entrañable y amable, con la música pronunciada por las palabras portuguesas que brotan de los labios de tantas mujeres y hombres que escriben su historia con sus pasiones, con sus miserias, con sus grandezas. Siempre con sus esperanzas renovadas en ese futuro prometedor que les canta la tradición y que algún día verán llegar de manos de D. Sebastián, su desaparecido rey en tierras lejanas del norte de África, que un día volverá.
Fuentes:
“Lisboa”, de Ángel Crespo
“Lisboa, Cascais, Sintra. Decurso Fotográfico”, de F. Monteiro Fernandes
1 comentario:
A Praça do Comércio, mais conhecida por Terreiro do Paço, é uma praça da Baixa de Lisboa situada junto ao rio Tejo, na zona que foi o local do palácio dos reis de Portugal durante cerca de dois séculos. É uma das maiores praças da Europa, com cerca de 36 000 m² (180m x 200m).
Em 1511, o rei D. Manuel I transferiu a sua residência do Castelo de São Jorge para este local junto ao rio. O Paço da Ribeira, bem como a sua biblioteca de 70 000 volumes, foram destruídos pelo terramoto de 1755. Na reconstrução, coordenada por Eugénio dos Santos, a praça tornou-se no elemento fundamental do plano do Marquês de Pombal. Os edifícios, com arcadas que circundam a praça, albergam alguns departamentos de vários Ministérios do Governo Português e ainda o famoso café Martinho da Arcada, o mais antigo de Lisboa, e um dos preferidos de Fernando Pessoa.
Arco Triunfal da Rua Augusta, na Praça do Comércio.
Após a Revolução de 1910 os edifícios foram pintados a cor-de-rosa. Contudo, voltaram recentemente à sua cor original, o amarelo. O lado sul, com as suas duas torres quadradas, está virado para o Tejo.
Esta foi sempre a entrada nobre de Lisboa e, nos degraus de mármore do Cais das Colunas, vindos do rio, desembarcam chefes de estado e outras figuras de destaque (como Isabel II de Inglaterra ou Gungunhana). Ainda é possível experimentar essa impressionante entrada em Lisboa nos cacilheiros, os barcos que ligam a cidade a Cacilhas. Hoje, o espectáculo é prejudicado pelo trânsito na Avenida da Ribeira das Naus, que corre ao longo da margem.
Um facto interessante são os banhos semanais que ocorriam antigamente no cais, nos quais algumas pessoas ousavam banhar-se nuas, o que causou indignação na época. No centro da praça, vê-se a estátua equestre de D. José, erigida em 1775 por Joaquim Machado de Castro, o principal escultor português do século XVIII. Ao longo dos anos, a estátua de bronze ganhou uma patina verde. No lado norte da praça, encontra-se o Arco Triunfal da Rua Augusta, a entrada para a Baixa. A área serviu como parque de estacionamento até à década de 1990, mas hoje este vasto espaço é usado para eventos culturais e espectáculos.
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